Síntomas de coronavirus: pérdida del gusto y el olfato

Hace algunos meses la anosmia y disgeusia comenzaron a presentarse en pacientes que posteriormente arrojaban resultados positivos en el test de COVID-19 por lo que el Ministerio de Salud incorporó esos síntomas a la definición de caso sospechoso.

Según Stella M. Cuevas, ex presidente de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires, explicó que la pérdida súbita del olfato se manifiesta como consecuencia de que el virus ingresa por las fosas nasales y se pone en contacto con el epitelio olfatorio.

El epitelio olfatorio es una capa formada por tres tipos de células: las células de sostén, las células basales y las células olfatorias. Estas últimas, comúnmente conocida como “primera neurona” tienen a nivel de las cilias de sus dendritas, un receptor, que es el que resulta dañado por el virus.

Como consecuencia, los pacientes no logran captar los olores que ingresan por las fosas nasales junto con el aire, y tampoco los que se desprenden de la ingesta de alimentos. Así, los olores, que son estímulos químicos, no llegan a la primera neurona para transformarse en estímulos eléctricos y por lo tanto, no transmiten la información al nervio olfatorio.

Este nervio recibe el nombre de “primer par craneal” e ingresa al lóbulo anterior del cerebro, se pone en contacto con el bulbo olfatorio y luego pasa por el tracto olfatorio hasta llegar al rinencéfalo. Este es el lugar preciso donde llegan los olores, que luego pasan a otra estructura nerviosa llamada zona entorrinal, donde ese olor recibe una descripción, por ejemplo, olor a tierra mojada.

Al comienzo de la pandemia, los síntomas se centraron en la fiebre, los dolores musculares y la dificultad respiratoria pero gracias a información proveniente de la experiencia de otro países hoy el cuadro sintomático es cada vez más preciso.

Si bien en todo el mundo el síntoma neurológico más frecuente es la falta de gusto y olfato, se observó que en algunos casos el virus puede inclusive lesionar el nervio olfatorio y llegar al sistema nervioso central. 

Los cuadros clínicos pueden ser variados, como meningitis y encefalitis, convulsiones, síndrome confusional y coma. En las personas que ya tienen un deterioro cognitivo, como enfermedad de Alzheimer y de Parkinson, el virus puede agravar el cuadro.

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