En China se prohíben las practicas de interrupción de embarazo que no sean por razones médicas

Por estas horas, el régimen comunista chino instó ya formalmente a reducir los abortos que no se realizan por “razones médicas” o que “no son necesarios médicamente”, como parte de la nueva ofensiva del gigante asiático por controlar el cuerpo de sus mujeres y la tasa de natalidad.
El, por lejos, país más poblado del mundo, mantuvo durante muchos años la conocida y polémica política de hijo único, intentando que las familias tuvieran únicamente un descendiente por cada pareja de padres y, en lo posible, que éste fuera varón por las “ventajas” que esto suponía.
Pero las demandas del mercado y la posición que el Gobierno de Xi Jinping tiene en el esquema mundial han cambiado, y ahora china necesita de mano de obra barata para abastecer al resto del planeta y saciar la voracidad de los gobernantes, por lo que animan a los ciudadanos a que tengan tres hijos por pareja. Y, para ello, es fundamental endurecer el acceso al aborto.
Con las nuevas “recomendaciones” que afectan la salud de sus mujeres, y el consejo preciso a los profesionales del rubro de que sólo autoricen los abortos por “razones médicas”, China quiere multiplicar su población actual, haciendo caso omiso de sus propias leyes anteriores.
Es que, como a lo largo de tres décadas las autoridades locales facilitaron el aborto, una práctica extremadamente perseguida en el resto de Asia pero muy habitual en China, ahora se encuentran con esta problemática, y tienen que deshacer mandatos anteriores por éstos nuevos.
Es inevitable pensar, a la luz de los hechos, que el Gobierno chino está tratando a sus habitantes como si fueran una especie de esclavos modernos, que deben adecuar hasta la conformación familiar a los requerimientos del estado, variando la cantidad de hijos según el contexto.
