10 países que recibieron insumos defectuosos provenientes del gigante oriental

El mundo vive una crisis sanitaria y económica impensada. En un contexto global de urgencia, los países necesitan cooperación y adquirir de forma imperiosa los insumos médicos necesarios para hacer frente a la pandemia.
Los barbijos y los test rápidos se han convertido en instrumentos fundamentales para detectar y evitar la propagación del contagio. Las naciones del mundo han decidido cooperar entre para cubrir las falencias entre los diversos sistemas de salud.
Si bien China se ha mostrado activo en la dinámica de cooperación internacional, ya son muchos los casos de ventas de insumos defectuosos a numerosos países por parte de la nación oriental. Su credibilidad se pone en juego en un escenario mundial en el cual, a pesar del espíritu de cooperación, las tensiones crecen cada día. A continuación, hacemos una revisión de los 10 casos más prominentes:
- España y los tests fallidos
A fines de marzo, el Ministerio de Sanidad de Consumo y Bienestar Social de España, repartió 8.000 kits de diagnóstico rápido de COVID-19 enviados por China.
Los resultados fueron inesperados: según la Organización Mundial de la Salud (OMS) los test deben tener una sensibilidad del 80%. Los test chinos sólo tenían un 30%. Shenzhen Bioeasy Biotechnology , la empresa que vendió los kits, acusó que los habían usado inadecuadamente. Por otro lado, se descubrió que la empresa no cuenta con una licencia oficial del gobierno chino.
- Argentina y los test con problemas de lectura
Nuestro país se sumó a la polémica, cuando recibió test perteniencietes a la firma china Zhuhai Livzon Diagnostic, los cuales fueron utilizados en las estaciones de Once, Constitución y Retiro de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Según una investigación realizada por la Unidad Covid-19, no se recomendaban su uso, porque detectaron problemas de lectura sobre el segundo anticuerpo del virus, generando un análisis equivocado de la circulación del virus.

- Colombia y pruebas de mala calidad
Fernando Ruiz Gómez, Ministro de Salud de Colombia, aseguró al Congreso que las miles de pruebas rápidas que provenían de China para combatir el Covid-19 no funcionaban. Colombia obtuvo 47.500 pruebas rápidas con el fin de reducir el tiempo para la detección de casos positivos.
El negocio lo realizaron con un laboratorio que no estaba aprobado por el gobierno de Beijing. Los test enviados no dieron resultados honestos. Ruiz Gómez declaró: “Hay muchos engaños en las pruebas disponibles. Se han presentado pruebas que logran una buena efectividad; pero en la práctica, cuando ya llegan los kits para la aplicación de la prueba específica, resulta que han sido cambiadas por pruebas de mala calidad”.
- Paraguay y materiales con fallas técnicas
Paraguay, en cambio, denunció a principios de mayo que todos los artículos sanitarios que recibieron de China son ineficientes. Esto incluye 50 camas para atención del virus, 80 mil trajes de bioseguridad y 6 millones de barbijos quirúgicos, los cuales no pasaron los controles de seguridad de salud.
El gobierno paraguayo, que había pagado un 30% anticipado del material sanitario, confirmó que los materiales tienen fallas. El Ministro de Salud de Paraguay, Julio Mazzoleni, dijo en una conferencia de prensa: “El problema que se da es que, cuando se abre el producto, las especificaciones técnicas, el tipo de material que hace el tejido puede ser utilizado para otras acciones, pero para la seguridad de salud está un nivel por debajo de lo requerido”.
- Reino Unido y 3,5 millones de kits no fiables
Por su parte, el Reino Unido pedirá un reembolso por los 3,5 millones de kits de pruebas que compraron a China en abril y resultaron no fiables para el uso con la mayoría de pacientes.
El profesor John Bell, encargado de coordinar las pruebas de coronavirus para el servicio de Salud Pública, dijo: “Lamentablemente, las pruebas que hemos visto hasta la fecha no han funcionado bien. Vemos muchos falsos negativos y también vemos falsos positivos… Esto no es un buen resultado para los proveedores de pruebas ni para nosotros”.
El gobierno de Boris Johnson es uno de los países más afectados por los negocios realizados con China durante la pandemia.
- Canadá: sin mascarillas para el personal sanitario
En Canadá, el Departamento de Salud, anunció que China despachó un millón de mascarillas KN95. Las mismas, que iban a ser distribuidas en el personal sanitario, no cumplían con las normas federales de calidad.
El Departamento de Salud informó en el periódico local Globe and Mail: “Canadá se enfrenta a la competencia de países de todo el mundo por equipos médicos de protección en este momento y se ve obligada a comprar equipos vitales de proveedores desconocidos”.
Por el momento, no está confirmado si Canadá buscará el reembolso correspondiente por las máscaras.

- Holanda y las máscaras que no se ajustaban
En el caso de Holanda, los productos que solicitaron tenían la certificación de calidad N95. Sin embargo, las máscaras protectora no encajaban en la cara, exponiendo a las personas al ingreso del virus. Además, los filtros no funcionaban de forma correcta.
Por lo tanto, los suministros fueron retirados para no infectar a los médicos, que son la primera línea de acción en hacer frente al virus.
- Bélgica: mascarillas ilegales y falsificadas
Durante el inicio de la pandemia, Bélgica recibió de China mascarillas tipo KN95, equivalente a las FFP2. El proveedor asiático no había pasado las pruebas suficientes de calidad. Este tipo de máscaras no filtran lo suficiente, no tienen los certificados pertinentes o son falsificaciones.
- Turquía, en el mismo camino que España.
En el caso de Turquía, recibieron test de poca efectividad de la mano de la empresa Shenzhen Bioesay, la misma que España. Tenían un lote de 350.000 kits, que fueron testeados en una mínima proporción antes de realizar la prueba total.
El país turco, es uno de los pocos, que crea sus propios test. El problema radica en que la demanda no es suficiente para la cantidad de casos que aparecen.
- Alemania y las máscaras dañadas.
Alemania solicitó 11 millones de mascarillas. No sólo resultaron defectuosas sino que además, estaban dañadas. La revista Der Spiegel las definieron como “una basura” porque tenían las bandas rotas y los filtros perjudicados.
